6 may 2012

Con los dedos negros







Resultan curiosas las extrañas manías o aficiones que tenemos algunos individuos. Después de tantos días de lluvia y mal tiempo amanece un esplendido y soleado domingo, perfecto para ir a la playa, pasar un día de campo o hacer una ruta en bicicleta, en definitiva, disfrutar al aire libre. ¿Y que hacemos algunos?, pues bien, nos encerramos en una sala a mirar portadas de discos.




Cada vez que llega la feria del disco se acoge con ilusión de niño. Un pequeño paraíso para los aficionados a la música, pero a la música con los cinco sentidos. Mirar las portadas, muchas autenticas obras de arte. Tocar las carpetas del disco y notar su textura, el olor de esos discos de edición original, el momento de pinchar la aguja y escuchar las primeras notas. Ah!, y el gusto, el sabor de esa cerveza mientras disfrutas de la joyita que te has llevado a casa.

Ardua tarea buscar entre tantos y tantos metros de cajas con discos. No siempre ordenados como a uno le gustaría, ni en el buen estado que se merecen. Pero por lo general la suerte se pone de tu lado y al final das con esos discos que ni por asomo pensabas encontrar, ese disco olvidado en el disco duro de tu cabeza, pero que justo en el momento de verlo lo sientes como un imprescindible en tu discoteca. ha merecido la pena ensuciarse los dedos.

Entre tanto plástico y cartón me cruzo con una maravillosa tapa. Diseño sobrio y una foto en blanco y negro. hasta quince guitarras puedo contar en la foto. Hablamos de Anodyne de Uncle Tupelo.





Banda de culto para los amantes de la música americana. Con una carrera corta de no más de cuatro años, editando su último álbum en 1993. Anodyne y su posterior gira fue la gota que colmó el vaso, la tensión entre Jay Farrar y jeff Tweedy había llegado a su límite. Mezcla de egos, miedos y opiniones.


Ya con Jay Farrar fuera del proyecto la banda no puede para, aquí es donde surge Wilco, pero eso es otra historia.

Uncle Tupelo ha sido una de esas bandas que inevitablemente han tenido que quedar en un segundo plano. Su corta carrera y esa actitud de ir contracorriente a la industria musical hace que ahora se hable de ellos como algo anecdótico.

Cierto es que en las dos caras de Anodyne no encontramos ningún tema que sobresalga del resto. Pero es un disco que rezuma calidad,  bien hecho, brillante. Un disco 100% americana con el que da gusto encontrarse. Un disco que si te gusta te deja bien claro la música que quieres seguir escuchando.


Y es por anodyne y algunas joyitas más que tengo claro que merece la pena dejarse palidecer dentro de una sala de congresos de un hotel mientras luce el sol en la calle, eso si, las cervezas de después las hemos tomado con el Lorenzo.